lunes, julio 09, 2007

La academia y la cotidianidad. Un ejercicio de semiosis.

(ensayo presentado a la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Julio de 2007)

“… Todos los estudiosos de los fenómenos cognitivos que implican creatividad y flexibilidad mental han considerado estas cuestiones. Las personas son más capaces de hallar respuestas creativas a los problemas que implican análisis y reestructuración del conjunto de datos en la medida en que mayor sea su posibilidad de contemplar un número considerable de alternativas y de liberarse de los estereotipos perceptuales que involuntariamente cargamos desde la infancia. Casi todo descubrimiento o invento sensacional en la Historia ha tenido lugar en el afortunado insight de una mente lúcida.”
Luis Martínez
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Cada vez que voy a comenzar una sesión o un programa de semiótica o semiología, siento que voy a charlar sobre algo que puede que mis estudiantes conozcan más que yo y que simplemente soy el encargado de hacerlos conscientes de la existencia de lo que perciben a diario. Sin necesidad de fijarse en el área principal de estudios o en el objetivo que cada uno busque en el desarrollo de la asignatura, se logran más resultados cuando se parte de la sensibilización y se llega a la interiorización de los conceptos y procedimientos de la semiótica.

Tomás Álvarez (1997), comenta que los narradores de la era homérica lograron trascender no solo por referirse a la “magnificencia” o cualidades de todo aquello a lo que se referían, entreteniendo a quienes atentos les escuchaban, sino que además “estaban integrando socialmente a la sociedad helénica e incitando al consumo” (Álvarez, 1997:3), recibiendo por ello el título, de “sacerdotes de la comunicación”. Qué otra cosa eran los oráculos, los estilitas y los filósofos, sino integradores de imaginarios que por medio de sus narraciones, en sus diversos tipos, acercaban y persuadían a sus oyentes convirtiéndolos en masas (in)cultas que se movían en sentidos contrarios o unificados según sus líderes. Todos ellos (líderes y espectadores) reproducían discursos y sentidos que se hacen tangibles en signos y son signos.

Los narradores homéricos son los comunicadores actuales, analistas de la cultura que por uno u otro medio, en una u otra tipología textual y por una u otra intención reproducen signos que han interpretado, comprendido (o no) y argumentado (o no), de una cotidianidad real o abstracta, común a todos.

Por eso no es erróneo afirmar que cuando un docente se comunica con otros (estudiantes) para desarrollar su discurso pedagógico, lo que hace inicialmente desde cualquier área del conocimiento, es ejercer su poder de persuasión para que otros (ya profesionales) persuadan con los conocimientos que construyen. Convirtiéndonos todos en analistas de la cultura.

¿ Pero por qué no somos, o no podemos ser, todos comunicadores ? Básicamente por la ausencia de una herramienta, una metodología, que permita sensibilizar y hacer visibles los distintos discursos que fluyen en cada dinámica cultural. No se puede obviar el desarrollo de alguna competencia comunicativa o cognitiva claramente necesario, pero el centro de la cuestión siempre partirá de un ejercicio claro de interpretación de los signos del contexto enfocado.

El ejercicio académico, visto en el sentido de la construcción del conocimiento en torno a los conceptos de la semiótica, comprende por el mismo sentido de la asignatura una práctica metacognitiva, por medio de la cual el estudiante identifica los elementos en su contexto y los relaciona para poder reconstruirlos e interpretarlos en pro de los objetivos de su disciplina o perspectiva profesional. Así el profesional, de modo independiente al campo del conocimiento al que pertenezca, reconoce en la semiótica un instrumento útil para desenvolverse y reconstruir permanentemente su objeto de estudio.

Hasta este punto se podría entrever que todos podemos declararnos semiólogos por el simple hecho de “ver más allá de lo evidente”, negando puntualmente la necesidad de ver la (cualquier) asignatura. No obstante, un ejercicio consciente, ligado a una revisión y aplicación básica o profunda de quienes han hecho explícito algún mecanismo o metodología de aproximación al objeto de estudio, permite hallar el sentido al problema. Permite que la didáctica y la pedagogía encuentren su lugar.

El mecanismo que contiene la semiótica es denominado semiosis. Sin apuntar su significado se puede resaltar que es el núcleo de la semiótica. La semiosis es lo que permite afirmar que la semiótica (o la semiología) es una herramienta de aproximación a los fenómenos de significación, de comprensión de la realidad (cualquiera que sea el sentido de ésta). En síntesis, puede interpretarse como una forma de acercar los fenómenos de significación a la realidad de cada individuo.

Si el sentido de la pedagogía es construir el conocimiento en la interacción con otros por algún medio o método, bien podría definirse cada interacción pedagógica como un ejercicio de semiosis, en el que el pedagogo ayuda a que cada individuo encuentre la mejor manera de apropiarse de un universo semiótico, de un conjunto de datos que le signifiquen información y que pueda valorar como conocimiento.

…Es entonces cuando siento que cuando estoy en clase, no soy un docente, soy un colaborador, un acompañante en el proceso semiótico-semiósico de cada individuo. Todos descubrimos el conocimiento.



Bibliografía.
ALVAREZ, Tomás. et al. (1997) Vendedores de imagen. Paidós: Barcelona.
MARTINEZ, Luis. Semiótica. En: http://www.yporqueno.com/semiotica2.html


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